La memoria de trabajo o memoria operativa es la habilidad que tenemos de almacenar temporalmente y procesar información necesaria para tareas como la comprensión, el cálculo o el razonamiento.
Imagine que le presentan, de una en una, una serie de oraciones de cuatro palabras como
- “La nieve es blanca”
- “Los caballos son reptiles”
- “Las bicicletas son vehículos”
Existen numerosas investigaciones que relacionan esa capacidad de memoria de trabajo con la comprensión lectora. Al lector interesado en esos datos le recomendaría que consultase la bibliografía de Juan Antonio García Madruga, que lo ha estudiado con alumnos españoles.
Conocer esa relación no ha sido especialmente útil en educación. Por dos motivos: uno es que esos estudios no muestran que la baja capacidad de memoria de trabajo sea la causa de la mala comprensión, y otro es que, aunque se comprobase que hay una relación causal, no es fácil mejorar la memoria operativa para conseguir mejoras en la comprensión lectora.
La memoria de trabajo es una capacidad sobre la que tenemos poco control y muy impermeable a la intervención. Es cierto que Ericsson y Kintsch nos han propuesto que es posible conseguir que la memoria de largo plazo pueda funcionar como una especie de memoria operativa virtual: eso explicaría por qué los maestros de ajedrez son capaces de jugar varias partidas simultáneas “a ciegas”, o los camareros experimentados recuerdan tienen una capacidad para recordar pedidos mucho mayor que la de los que no están acostumbrados a ese trabajo (a mí ya me tocó hacer de camarero hace años). Esa memoria de trabajo de largo plazo se desarrolla mediante una práctica intensa, y solo sirve para los contenidos para los que se ha desarrollado: ni los camareros recuerdan posiciones de ajedrez ni los maestros de ajedrez recuerdan pedidos mejor que el resto de la gente.
Pero la idea de Ericsson y Kintsch no ha sido útil para la mejora de la comprensión. Se puede suponer que al cabo de cierto tiempo todos los alumnos son “expertos en lectura”. Un alumno de 4º de Primaria lleva como poco 4 años leyendo muchos días al año, con solo contar lo que se lee en el colegio, así que se puede suponer que su memoria de trabajo de largo plazo ya se ha desarrollado todo lo posible.
Entrenamiento de la memoria de trabajo para mejorar la comprensión
Visto todo esto se puede entender que me haya llamado la atención un artículo de Karin I.E. Dahlin sobre el entrenamiento de la memoria de trabajo para mejorar la lectura de niños con necesidades educativas especiales. En este estudio, el entrenamiento se realizó con Robomemo, un programa informático para la mejora de la memoria de trabajo, de la empresaCogmed. La investigación se realizó con 42 niños de 9 a 12 años, de Estocolmo, con TDAH. Otros 15 niños sirvieron de grupo de control.La intervención se realizaba en el colegio, diariamente, en sesiones de 30 0 40 minutos, durante 5 semanas, de forma individual. El programa Robomemo contiene ejercicios de memoria de trabajo viso-espacial y verbal. Normalmente el alumno hace 100 de esos ejercicios al día, y el programa adapta la dificultad según los aciertos y errores del alumno, de modo que esté constantemente trabajando al límite de su capacidad de memoria operativa. En el vídeo que aparece a continuación se pueden ver ejemplos del funcionamiento de Robomemo.
La intervención mejoró los resultados en memoria de trabajo de los alumnos, pero también mejoró sus resultados en comprensión lectora, con un tamaño del efecto grande (d = 0,91), pero no mejoró los resultados de eficiencia en la descodificación, ni de reconocimiento ortográfico. Sin embargo, las diferencias en comprensión lectora entre el grupo que recibió la intervención y el de control seguían siendo significativas seis meses después del tratamiento.
Valoración de esta investigación
La verdad es que el sistema se está estudiando al menos desde el año 2002, con una curiosa estrategia de investigación, ya que Cogmed afirma no realizar estudios, sino colaborar con investigadores independientes (dándoles la formación para utilizar sus programas), que son los que diseñan y publican las investigaciones. Existen, al menos, 25 publicaciones sobre investigaciones realizadas con productos de esta empresa en revistas científicas revisadas por pares. Según esta lista, Robomemo, y otros programas destinados a otras edades se han mostrado eficaces en el trabajo con niños con TDAH, alumnos de Educación Infantil, adultos con daños cerebrales y ancianos.Hay que tener en cuenta que este es el único artículo publicado en el que se estudian los efectos del entrenamiento con Robomemo sobre la comprensión lectora. En ninguna de las restantes investigaciones publicadas se han evaluado este tipo de efectos. Lo más similar son los efectos sobre la comprensión oral que se obtienen en adolescentes que habían requerido cuidados intensivos tras el parto por haber nacido con peso muy bajo (en Løhaugen, Antonsen, Håberg, Gramstad, Vik, Brubakk, y Skranes 2011). En ese estudio, el entrenamiento produjo mejoras en tareas como recordar o aprender una historia, que se mantenían 6 meses después de terminar la intervención.
En cierta manera, el resultado obtenido en la comprensión lectora parece ser un “efecto colateral”. Aunque formaba parte de las hipótesis de la investigación, casi no se ofrece ninguna fundamentación teórica de por qué se esperaba esa mejora, a pesar de que hubiera sido posible justificarlo.
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